miércoles, enero 31, 2007

En defensa de la rentabilidad

por danila

Hace unas semanas la Ministra de Economía, Felisa Miceli, lanzó una frase que reprodujeron todos los medios pero que ha quedado flotando en el espeso aire de verano sin réplica. En el contexto del control de precios por parte del Gobierno dijo: “Lo que está congelado no son los precios sino la tasa de ganancia de las empresas, que en este país tienen márgenes de 30%, el triple de lo que se obtiene en cualquier país europeo”.

Me impactó el dato estadístico (¡qué precisión!). Hace cuatro meses que trabajo sobre la serie Negocios para Armar para Clarín pymes, una colección de fascículos que brinda las herramientas para montar un emprendimiento en diversos sectores, restaurante, taller mecánico, peluquería, etc. Si hay algo que he registrado es el amplio rango de ganancias que hay no sólo entre sectores sino entre provincias y entre empresas dentro del mismo sector.

Me puse a googlear un poco a ver qué había sobre el tema. No es fácil encontrar informes sobre rentabilidad que cubran todas las industrias de Europa. Dí con uno interesante sobre comercio minorista mundial, publicado por Deloitte y la revista Stores, en el que América Latina presenta una tasa de rentabilidad de 4.4% mientras la de Europa es de 4%. El informe no detalla país por país pero ofrece una pista de lo que no debe ser muy diferente en la Argentina.

De cualquier forma, ¿qué es y quién determina cuánta rentabilidad es "razonable"? El Gobierno usa el discurso "rentabilidad = avaricia" pero olvida varias cuestiones:

a) Que el Estado es uno de los socios de mayor peso de las empresas, llevándose a sus arcas 35% de las ganancias
b) Que la rentabilidad no es equivalente a beneficios distribuidos sino que gran parte se destina a inversiones que consolidan y hacen crecer a las empresas y las industrias.
c) Que la rentabilidad no puede ser analizada si no es asociada al volumen de ventas. Básico: alta rentabilidad, bajo volumen; baja rentabilidad, alto volumen.
d) Que en una sociedad dominada por pymes, la rentabilidad de una empresa alimenta varias bocas de una misma familia.
e) Que en todas las economías en desarrollo los márgenes promedio son más altos porque compensan el mayor riesgo que implica invertir allí.

Sigamos pensando... y si alguien conoce la fuente de Miceli, agradezco la suministren.

miércoles, enero 24, 2007

Feriantes: la vieja guardia de los emprendedores

por landi

De visita por Buenos Aires (fui porteña, pero ahora lo soy sólo en ocasiones), recorrí el domingo por la mañana San Telmo con ojos de turista. El barrio se ha convertido en una gran feria ambulante, en la que artistas, artesanos y otros vendedores despliegan sus mercancías en puestos de tablones o simplemente sobre los adoquines de la angosta calle Defensa. La feria arranca casi desde la Plaza de Mayo y llega hasta el Parque Lezama, creando un corredor turístico donde, hasta hace pocos años, había una desolación pintoresca pero nada más, exceptuando la Plaza Dorrego y sus antigüedades.

La oferta va desde pulseras y collares, cinturones y billeteras, souvenirs varios de fútbol, tango o el Che, juguetes de madera y metal, cuadros, objetos de decoración y otras artesanías ofrecidas por lo general por sus propios creadores, hasta antigüedades, ropa de segunda mano, libros usados, Cds y DVDs truchos... La oferta se completa con jugos exprimidos, panchos al paso, bandas de jazz, guitarristas tangueros, estatuas vivientes y dos ancianas que perduran desde antes del boom: una que menea su minifalda y sus piernas enfundadas en red negra al ritmo de un tanguito y otra que con humor improvisa en una batería hecha de latas y ollitas. Turistas y paseantes como yo dejamos una moneda por aquí, un par de pesos por allá y hasta un cupón de tarjeta en los puestos más sofisticados.

La situación se reproduce en Recoleta, Palermo, Costanera Sur, La Boca, Parque Rivadavia, Ponpeya y muchos otros rincones de la ciudad.

Cada feriante es un emprendedor animado alguno por el simple espíritu de lucro, pero los más por ganarse la vida haciendo lo que les gusta (y en este día en particular, disfrutar entre mate y mate con coferiantes la hermosa mañana de sol). Los feriantes, producen, compran, venden, viven de pequeñas diferencias que hacen en el camino; mueven la economía desde la base...

En las ferias nació el comercio, los bancos y hasta la Bolsa. Hoy miles de argentinos viven de estas antiguas formas de comercio que nacieron en las plazas y ahora se extienden por calles y avenidas. De acuerdo con el último Censo Económico realizado en 2004, hay en el país más de 30.000 puestos de feria oficiales, y por lo tanto una cantidad igual de personas que viven, al menos parcialmente, de su trabajo en puestos callejeros antes que en oficinas y edificios cerrados.

Mi cálculo es que esta cifra se ha duplicado en los últimos años con el boom del turismo y la economía acelerada. Sólo en la feria de La Salada, una gran economía en su mayoría ilegal, existen más de 10.000 puestos. Leía la semana pasada que mueve más de 9 millones de dólares por semana en falsificaciones de grandes marcas...Aquí ya es otro el negocio.

Vuelvo a Bariloche, y me encuentro con la feria de artesanos del Centro Cívico, la de la calle Moreno, la de Colonia Suiza, la de El Bolsón...pero también, en cada calle donde pueda pasar un turista hay una mantita desplegada con artesanías, en este caso con un toque autóctono como los ceniceros de nudo de coihue o las bandejas copetineras de lenga.

miércoles, enero 17, 2007

La Estrella Federal

por danila

Saliendo por el jardín trasero de la casa de mi suegra en El Paraíso, hacia los campos de soja, y tomando la ruta de tierra que va a Ramallo Pueblo, se llega en pocos minutos de auto a La Estrella Federal. Eso hicimos el sábado pasado al mediodía.

La Estrella Federal es un emprendimiento de Gabo Nazar, amigo ramallense y dueño de
Cardón. Me corrijo: es "el primer emprendimiento de Cardón Estancias" por lo que se sobrentiende que esto es sólo el comienzo... (de hecho ya salió el segundo... Estancia Smithfield en Zárate).

Antes La Estrella Federal se llamaba "El viejo ombú" pero Cristian, mi esposo, siempre lo conoció como "lo Quesada" (lo de los Quesada). El legendario paraisero Alberto Mossi, entonces presidente de la cooperativa eléctrica y muy amigo de mi difunto suegro, le daba a Cristian la llave de la tranquera de "lo Quesada" para que fuera a pescar al río. Para esa época el terreno ya pertencía a FIPLASTO y estaba abandonado. Cristian cruzaba el monte sorteando yuyos hasta llegar al viejo casco colonial semi-destruído enclavado en las orillas del Paraná.

El sábado desde la terraza del casco recuperado --un espacio sublime y especial, fresco a pesar del calor del verano--tomábamos Malbec Cardón (seleccionado de bodega Salentein) y contemplábamos el mismo río del que un niño se abasteció de trofeos.

Se tiene bastante certeza de que fue nada más ni nada menos que
Carlos Thays quien diseñó los jardines de la estancia, que ocupa 400 hectáreas y bordea el Paraná a la altura de la desembocadura del arroyo Las Hermanas. Admirando desde el sulqui el conjunto armónico de espacios abiertos y arboledas, la estatua inesperada de un venado en un llano, el aljibe, un santuario, paraísos, platános, tipas, ombúes y eucaliptos, me convencí a mi misma de que en efecto el gran paisajista francés había hecho su magia nuevamente.

Lo que más me gustó de La Estrella Federal es que se recuperó un espacio autóctono. No desentona en Paraíso sino que se luce. Lejos de ser un barrio cerrado miamiesco, es un parque campechano, muy bonito y libre, con vacas y árboles. Está bien que esté ahí y que sea así.


Yo lo conocí a Gabo a mediados de los '90 en la esquina de Uriburu y Arenales. Nos lo cruzamos con Cristian porque por ahí tenía su pequeña talabartería (Cris todavía tiene un cinturón que confeccionó él por aquellos tiempos). El proceso que hizo es interesante. Como si se tratara de un ejercicio de asociación libre: talabartería - campo - ropa gauchesca - estancias - vacas. Es notable cuánto un negocio puede diversificarse bajo un mismo paraguas conceptual. No tienen nada que ver una cadena franquiciada de locales urbanos de indumentaria con una estancia "orientada al descanso y al turismo rural." Sin embargo, los nombres (Cardón, Estrella Federal) y el perfil de los compradores (gente de campo adinerada, gente de ciudad amante del campo, viajeros del mundo que se enamoran de las Pampas) conforman un todo coherente. ¿El paraguas conceptual?: "Cosas Nuestras. Nuestra filosofía: recuperar y otorgar valor a las cosas nuestras ..."

Me recuerda -en esto de diversificación con foco- a otro empresario, el inglés
Richard Branson. Virgin fue primero discográfica (grabó a los Sex Pistols en los '70) y luego aerolínea, comercios, radio, editorial, trenes, cosmética, vodka, teléfonos celulares... Para probar que el límite es el cielo en 2004 se anunció Virgin Galactic, dedicada al turismo galáctico. El todo coherente que engloba a estos negocios disparatadamente diferentes es el mismo tipo de público: gente jóven amante de la música y de los viajes, personas modernas, hiperactivas, innovadoras... la cuestión es que Branson tiene (o tuvo, porque varios los vendió muy bien) unos 300 negocios alrededor de la marca Virgin.

La tarde en La Estrella Federal, luego de lancha, sulqui, charla y comida, terminó ojeando el catálogo de la nueva colección de Cardón en la que está fotografiado El Paraíso. Ahí está la vieja estación de tren y la capilla en la que Cristian y yo nos casamos. Aprendí muchas cosas que sin duda darán para más de una entrada en el blog.






lunes, enero 08, 2007

El aguado carnaval de New Orleans

por landi

Llegamos a Nueva Orleans unos días antes del comienzo oficial de la temporada del carnaval. La ciudad, una de las más antiguas de Estados Unidos, es famosa por el jazz, por su cultura creole (criolla) en la que se fusionan lo francés, lo español, lo africano, lo aborigen y lo norteamericano; por ser la capital de la Louisina, que en 1803 los Estados Unidos le compraron a los franceses en 15 millones de dólares (una fortuna de aquella época que duplicó la superficie que por entonces tenía el reciente país del norte); y por su carnaval o Mardi Gras que se celebra a lo largo de la Bourbon Street con collares de cuentas de colores que se intercambian por besos y exhibiciones no aptas para menores.

Pero la fama más reciente y global no es histórica ni cultural, sino un efecto más del huracán Katrina que en 2005 devastó la ciudad...y que es resultado del exceso de emprendimientos del ser humano!

¿Cómo? ¿Un huracán producto del ser humano? ¿Querrás decir el calentamiento global, el efecto invernadero y esas cuestiones indirectas...?

No, no...Cuando desde mi tranquilo rincón de Bariloche cuando escucho a los ecologistas quejarse de la intervención del hombre en la naturaleza, soy de las que miro con escepticismo. Pero acá lo ví cuando ya pasó y no cuando podría pasar. A más de un año del impacto, vi las casas apiladas, los carteles volados, los montones de basura, edificios de varios pisos desplazados de su sitio, barrios enteros tragados por el agua. Murieron cerca de 2.000 personas a pesar de una evacuación masiva y el daño está calculado en varios miles de millones de dólares. A pesar de la reconstrucción que ya dejó el centro y el antiguo barrio francés nuevamente transitables al turismo, la población se redujo a la mitad.

¿Cómo pasó? La ciudad de New Orleans fue fundada en 1699 por los franceses en el delta del río Mississipi, sobre la única ribera en kilómetros a la redonda donde la tierra está un poco por encima del nivel del mar, que está muy cerquita ya que el Mississipi desemboca en el Golfo de Mexico. Todo lo que no era agua por allí --el río, el mar y un gran lago-- eran pantanos en los que el agua y el bosque se funden en un paisaje muy especial. Cuando la ciudad fue creciendo, los emprendedores secaron kilómetros cuadrados de pantanos que se convirtieron en los barrios periféricos de la antigua ciudad. Ahí se construyeron miles de casitas, y tiendas y condominios, a la manera americana, sobre tierras que estaban bajo el nivel del mar. Previendo el riesgo de inundaciones, los emprendedores construyeron también murallones de hormigón rodeando la ciudad, con gruesas compuertas de hierro para cerrar cuando el agua amenazara.

Mientras tanto, otros emprendedores que hicieron de la ciudad un fuerte puerto comercial crearon canales profundos que simplicaban el traslado de barcos entre el mar y el río, atravesando en línea recta los pantanos y los curvosos riachos o bayous.

Tanto emprendimiento acumulado, dejó al río acanalado, rodeado de defensas contra la inundación y luego, sin posibilidades de depositar los sedimentos que durante siglos crearon la tierra firme entre los pantanos. Así, la superficie del delta se reduce cada vez más, aniquilando no sólo la naturaleza que vive allí, sino dejando el camino libre para los enormes huracanes que en verano se originan en el mar y que solían descargarse entre pantanos despoblados que ya no están.

Cuando en agosto de 2005 Katrina llegó, medía más de 300 km de diámetro al tocar tierra, muy cerca de la ciudad. Los vientos golpearon con tanta fuerza que no sólo volaron autos y casitas de madera, sino que las barreras de hormigón se rompieron, y el agua, empujada por el viento, se movió en línea recta por los canales creados por el hombre, hacia el corazón de la ciudad, dejando inundado por semanas el 80% de la ciudad.

Mientras los emprendedores reconstruyen Nueva Orleans, el debate continúa en voz baja: ¿es el Estado que dejó que esto pase? ¿son los desarrolladores inmobiliarios que desarrollan donde no deberían? ¿es la gente que debría dar por perdido todo y mudarse a otra ciudad? ¿son las compañías de seguros las que deben pagar? ¿quién paga la pérdida del turismo, que casi dos años después no llega al 20% de lo que era antes de Katrina?

Nunca fui ecologista, pero estoy empezando a pensarlo...

domingo, enero 07, 2007

Wi-fi en la playa hipercivilizada

por landi

Estoy desde hace unos días viajando por el estado de Florida. Pasamos por alto Miami esta vuelta, y nos adentramos en la imparable civilización que toma cada rincón de esta maravillosa costa del Golfo de Mexico, con playas de arena blanca como la nieve y un mar en calma hasta el próximo huracán.

Estoy ahora en Pensacola Beach, un cayo de no más de 100 metros de ancho, una lengua de arena sobre la que están los hoteles, condominios y restaurantes. Después de ver un atardecer rojo en la punta de la isla, vuelvo al wi-fi de este hotel de dos plantas frente al mar que pronto va a desaparecer... A ambos lados grúas,máquinas y trabajadores (hispanos en su mayoría)levantan la torre del Hilton y una monumental torre de departamentos, que me dan la pista de que el valor de la tierra ya no da para un hotel pequeño como el que nos aloja.

En Florida viven cerca de 20 millones de personas: cada hueco, cada médano, cada pantano se ha convertido en una tienda, un condominio, un emprendimiento inmobiliario que desafía (y probablemente afecta) la increíble naturaleza de la península que por primera vez aprecié en este viaje, metiéndonos en reservas naturales y parques estatales, a varias millas de la civilización desbordante. Las torres echan raíces en playas impensadas para la construcción; los restaurantes de comida rápida expanden sus estacionamientos sobre terrenos ganados al agua; los barrios de casitas iguales cubren todo lo que la vista ve; muelles, marinas y embarcaciones extienden la civilización sobre el mismo mar. Una autopista infinita y perfecta atraviesa la civilización por el medio. Aunque ya viví varios años en este país (del 2000 al 2004 viví en Stamford, Connecticut), no dejo de sorprenderme y recordar el lamento de Paul Auster, uno de mis autores favoritos, que explicaba que ya las ciudades no se reconocen por su plaza, su centro o sus edificios, sino porque en la interminable civilización comienzan a repetirse las franquicias de las grandes cadenas: McDonald`s, Home Depot, Macy´s, Burger King, KFC, Holiday Inn, Best Western, Target...

No puedo evitar dos sensaciones contrapuestas mirando a mi alrededor:
1.¡Wow! ¡Cómo construyeron semejante edificio a solo metros del agua, en un suelo arenoso y pantanoso!¡Y esos puentes sobre el mar! ¡Y wi-fi gratuito en la playa!
El ser humano que emprende puede más que los problemas.
2. ¡Que pena! ¡Cuánto desborde! Esto parece una plaga... El ser humano que emprende sin orden y sin límite puede hacer insostenible su propio ambiente.

sábado, enero 06, 2007

¿Laptop o desktop?

por danila

Hasta hoy a la mañana, mi respuesta a la pregunta del título era: "laptop, obvio." Hace ya unos seis o siete años que era usuaria exclusiva de laptop, es decir tanto para viajar como para mi escritorio. ¿Qué es eso de andar cambiando de máquina? Ya me había olvidado como era mi Dell de escritorio anterior, y sus antecesoras hasta llegar a aquella primera desktop que mis padres me regalaron en el año 83 (una Apple IIe... no soy vieja, soy pionera, ojo).

Notése el tiempo de verbo del primer párrafo: pasado. ¿Qué pasó hoy para que cambiara de opinión? En realidad los hechos se desencadenaron ayer. Vuelvo de un happy hour con un amigo (que por cierto, tiene un nuevo emprendimiento: Amen Argentina), y para mi horror la pantalla de la laptop está rayada (literalmente). Prendo, apago, prendo, apago... rayas.

Caput el display. Depresión. Salvo por la ausencia de dolor y sangre, es más o menos lo mismo quedarme sin computadora que sin manos. Mi trabajo consiste 80% en escribir, investigar en la web e intercambiar emails.

Hoy, sábado, salimos en misión especial con mi esposo. Luego de pasar por el servicio técnico autorizado de Toshiba y que nos dijeran que había que dejar la máquina con ellos por quince días (¿lo qué?!!!!), decidimos comprar un monitor, un teclado y un mouse- construímos una desktop con la laptop como disco rígido.

Aca estoy sentada, mirando al frente en lugar de hacia abajo, con la espalda derecha en lugar de encorvada, con mi flamante monitor LCD 17 pulgadas de LG. Una maravilla. Ni que hablar del tecaldo espaciado y del mouse de verdad (y no eso de las laptops que no se entiende qué cuerno es). Bien, estoy convertida al desktopismo. Como dijo una vez un gaucho que conocemos: "No hay mal que por bien no venga... murio mama pero conocí Pergamino."

martes, enero 02, 2007

Sobre celulares y calandrias

por danila

El Paraíso, de donde es oriundo mi esposo, es un pequeño pueblo en el partido de Ramallo, provincia de Buenos Aires. Hace honor a su nombre sobre todo porque retiene ciertas cualidades de la humanidad y de la naturaleza que los bichos urbanos hemos dejado atrás. Al salir de la Ruta 9 y tomar el acceso, el cambio de paisaje es abrumador. A los dos costados, campos de maíz y soja; por arriba cruzan calandrias, zorzales, cotorras y hasta algún pato.



El Paraíso es un lindo lugar para parar la rueda y reflexionar, sobre todo en los últimos días del año cuando a una se le da por hacer balances y proyecciones (y no hablo de los financieros!) y también para observar a la gente (al fin y al cabo, para qué sirve la vuelta del perro?).

La noche del 29 fuimos a comer carlitos a La Martina en villa Ramallo (mi cuñado jura y perjura que solamente los porteños desconocen que el verdadero nombre del tostado es carlitos). En la mesa de al lado había un grupo de siete adolescentes. Salen a divertirse y a pasar un rato juntos ahora que están de vacaciones, pensé. Miré con mayor detenimiento. Cinco de los siete estaban mandando mensajitos de texto en sus celulares. Curioso, estás con unos amigos pero charlás con otros que no están...

Mi propio celular en ese mismo instante en que llegué a esa conclusión sociológica, agonizaba, emitiendo patéticos beeps en intervalos regulares, sobre la mesita de luz donde lo había dejado al partir.

Al día siguiente, bajo la planta en el patio de mi suegra, mientras racionábamos el Off (porque en Ramallo ya no se conseguía un sólo frasco), comíamos duraznos y escuchábamos la radio.

Los duraznos estaban buenísimos. Mi suegra le había comprado una canasta de 4kg a un productor que tiene su propio sistema de distribución y venta directa. Va pueblo a pueblo con su camionetita, sus duraznos y sus dos hijas. Se detiene y ellas bajan, cada una con una canastita. Visitan las casas ofreciendo los productos a un precio módico, digno de sorprender al mismísimo Guillermo Moreno: $1 el kilo de durazno. "¿No tienen calor?" pregunta mi suegra. "Y, un poco" contesta timidamente la mayor de las vendedoras.

Escuchábamos por la radio una entrevista a la vecina rosarina Patricia Suárez, autora de Switch, una novela que se entregará en capítulos por celular. Suárez es una suerte de Charles Dickens de la modernidad, pensé. Solo que para leer esta novela tenés que estar en la red de Movistar y tener un aparato suscripto a WAP. Me intriga cómo será el lenguaje. Cada capítulo, segun entendí, tendrá 2000 cc (un poco menos de lo que llevo escrito en este post). Interesante.

En el mismo lugar, abajo de la planta, pero durante el almuerzo familiar del 1ro de enero, me puse al tanto con las historias de la zona. Me llamó la atención la de una pobre quinceañera que, en un momento de intimidad sexual, fue filmada por su novio con su celular. Vía blootooth, infrarojo, USB y otros conductos, se filtró a celulares vecinos y a la web. Barajaban mis primos versiones de que el padre se había enterado por un colega en la fábrica, que le mostró el videíto en su celular. Miles de incógnitas acerca de la privacidad derrumbaron mi tradicional entusiasmo por You Tube y la utópica democratización de los contenidos.

Pero la reflexión inmediatemente posterior a esa fue: la pucha, cómo ha penetrado el celular en las vidas de los argentinos en los cuatro años que estuve fuera del país. Según la consultora Prince & Cook, cuando me fuí en 2002 había 6.65 millones de líneas celulares en uso. En 2006, fueron 24.1 millones. 62% de la población! Ahora hasta en El Paraíso, junto al canto de las calandrias se pueden oír los ringtones de los celulares.

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