lunes, junio 04, 2012

Erupción e improvisación

Planificar o no planificar mientras estalla el volcán

por landi

 Luni en el lago Nahuel Huapi cubierto de cenizas.  Foto de Cami Bonardi (13 años).
Publicada en la revista Muy Interesante de abril.
Hace un año, más o menos a esta hora, estallaba el volcán Puyehue. 

A las 4 de la tarde del sábado que era este día hace un año, los habitantes de Bariloche y alrededores notamos que el cielo se oscurecía, y en pocos minutos una lluvia de arena comenzó a caer sobre la ciudad, mientras una tormenta eléctrica tronaba sobre el lago. Varias horas de arena y, en algunas zonas, piedras livianas pero persistentes.

La gente corría a supermercados y estaciones de servicio, para aprovisionarse y entender qué estaba pasando. Los más antiguos recordaban la explosión de 1960, y los más nuevos nos madrugábamos con que un volcán cercano estaba estallando. Gracias a Internet, que seguía funcionando, nos fuimos enterando de qué hacer frente a la emergencia y de los detalles del hecho, que incluían que las autoridades ya sabían lo que ocurría...y no habían hecho nada, ni siquiera avisar.

Del otro lado de la frontera, en cambio, en la región de los lagos chilena, ya todos estaban preparados.

Ya el 29 de abril de 2011, el Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile, que se convertiría luego en la única fuente de información confiable ante la improvisación argentina, advertía en un informe especial sobre el volcán Puyehue: "se cambia la alerta volcánica a Nivel 3: Volcán Activo (...)- Tiempo probable para una erupción: SEMANAS/MESES".


Durante los 36 días posteriores el volcán continuó su proceso, hasta explotar el 4 de junio al mediodía, lanzando una columna de gases y cenizas de más de 10 km de altura. En ese momento, Chile decretó la alerta ROJA, y ni siquiera en las horas que demoró la nube en llegar a la zona se hizo algo en Argentina. La mayoría de los barilochenses nos enteramos cuando la arena comenzó a caer.

Los meses que siguieron fueron grises. Hubo incertidumbre, desazón, limpieza como se pudo, cancelación de vuelos, cierre de negocios, emigraciones...

Hoy la recuperación se nota y estamos volviendo a la normalidad, y tal vez por eso es hora de pensar.

De eso se trata esta nota. Planificar es pensar por anticipado, para poder intervenir en la realidad y modificarla para que el futuro sea mejor. ¿Por qué no hubo la más mínima planificación? ¿Por qué ni siquiera la información para que cada uno, al menos, pudiera armar su plan personal?

Algunos enseguida responden ante la demanda de planificación: "No se podía haber frenado la explosión del volcán". No, claro, pero se podría haber mejorado la preparación para lo inevitable --planes de información, planes de evacuación, planes de contingencia--, y la paliación de los problemas que surgieron en consecuencia. ¿Podremos entre todos planificar para la próxima vez?

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